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Mirando a la oscuridad- PARTE II La naturaleza de la supervivencia

Mirando a la oscuridad- PARTE II La naturaleza de la supervivencia

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LA ENSEÑANZA DEL VACIÓ

La ventaja de aguantar el vértigo es que puedes ver el horizonte pero también el fondo del precipicio,  cuando lo ves sabes que te tienes que apartar porque puedes caer al vació....

«Convivir con el vértigo sale más caro que enfrentarse a él y superarlo.»
José Manuel Chapado

El fútbol es un deporte de masas que a menudo se presenta como un escenario donde un líder guía a un grupo hacia la excelencia. Se dice que este deporte transmite valores que nos ayudan a formarnos y relacionarnos con los demás. Sin embargo, la realidad es que la captación, las interrelaciones entre equipos y las clasificaciones de los formatos a menudo nos juzgan y nos dividen. Aunque se haga hincapié en el valor intrínseco de la palabra "formación", en el fondo de una competencia se encuentra el objetivo de superar a un rival que comparte nuestro mismo mundo. Aunque las personas sean cada vez menos conscientes de que esto es simplemente un juego, resulta difícil ocultar las emociones que impulsan nuestros instintos.

El instinto de ganar y la ambición son sentimientos comunes en la mayoría de las personas, pero no siempre se nos enseña cómo lidiar con la derrota y el fracaso. Nos educan en matemáticas, lenguaje e inglés, pero rara vez se nos brinda orientación sobre cómo manejar nuestras emociones y las consecuencias que estas pueden tener. ¡Qué importante sería contar con el apoyo de personas que no tema enfrentarse a desafíos y que nos sirvan como guías y motivadores en la vida.!. Sin embargo, también es crucial cultivar nuestra propia autoestima en este mundo. Nos preguntamos: ¿qué influencias tienen un impacto en nuestras vidas?, ¿Cuál es el modelo a seguir?, ¿Somos los únicos responsables de nuestra experiencia? Reflexionar sobre estas preguntas nos ayuda a comprender mejor nuestro entorno y nuestro papel en él.

Algunas personas cuando se asoman al vacío, les atrapa, son incapaces de salir de ella con facilidad, les inmoviliza, su experiencia en vez de servirles como fuerza la filtran como una losa y la ocultan por vergüenza.

No tuvieron la suerte de contar con una persona que les alentara, no tuvieron la suerte de guiarse por alguien que les impulsara, a veces no le damos importancia, viene de serie, pensamos que simplemente hay que fijarse en los demás, en la tendencia, porque esta sociedad que se nos muestran es perfecta, esta sociedad nunca envejece, ni contrae enfermedades, en esta sociedad siempre gana el bueno. En lo que se ve en la tele, ¿no?, en la tele, por ejemplo, si el portero salva un gol es bueno, es un crack, el modelo a seguir, un genio, al mes siguiente, si no lo para es malo, está acabado, no vale para nada, igual si es un delantero si marca es bueno si no marca es malo.

Cada vez acortamos más la distancia de lo que es sensacional con lo que es un desastre, la línea que separa el éxito del fracaso cada vez es más fina, olvidando el proceso, vivimos en la sociedad de los extremos donde parece que siempre estamos al borde del abismo y donde cualquier cosa positiva puede transformarse en un segundo en una tragedia, una tragedia que agrandamos, la coloreamos, le hacemos programas de showtime, los programas de morbo se cuentan por decenas, programas donde se juzgan constantemente arquetipos, donde se enfrentan competencias e ideales, donde se descarta el bien del mal o menos bien, hay competiciones entre mayores, entre niños, todo competición pura, se compite por quien hace más o mejor algo, ya sea comida, música, seguidores, o simplemente dinero, siempre separando los ganadores de los perdedores, apartándolos, echándolos.

El deporte tampoco se libra, sobre todo cuando se tiene repercusión mundial como en el fútbol, los medios suelen mostrar una y otra vez el éxito como única meta donde el fracaso no puede ser una opción y es que vivimos en una sociedad cada vez más competitiva, más exigente.

Hace 50 años se llevarían las manos a la cabeza si supieran los conocimientos que puede tener un niño de ahora, hace 50 años si sabías escribir a máquina eras dios, ahora tienes que saber Excel, Word, inglés y tener dos carreras y aun así tendrás que pelearlo entre un ejército de clones tuyos, vivimos en una sociedad donde cada vez queremos ser más completos, más competitivos que el otro, se superan récords mundiales, cifras de goles, de partidos, se superan los métodos, los equipos, los entrenadores, los jugadores, todos saben de todo y más que antes, dicen que la competencia es buena, pero. ¿Estamos preparados para esta presión?, ¿Lo estarán en el futuro? Algunos simplemente observan él vació.

Me impactó profundamente una de las frases pronunciadas por el ex-ciclista Armstrong durante su confesión a los medios sobre su dopaje sistemático a lo largo de su carrera. Sus palabras fueron las siguientes: "toda mi vida crecí sintiéndome amenazado, siempre he peleado, me dopé por mi instinto insaciable de ganar, una arrogancia que al final no puedes esconder".

Esta declaración me plantea diversas interrogantes: ¿Cuál era la amenaza que sentía?, ¿Cuál era su miedo?, ¿El miedo a perder, a carecer de recursos económicos?, ¿Es esto una cuestión de supervivencia, ego o codicia? Estamos presenciando cómo en todos los ámbitos, ya sea político, económico, social o deportivo, se corrompen o sufren por la misma razón: el temor a perder frente a los demás. ¿Será realmente el PÁNICO el motor que impulsa estas acciones?, ¿Es el miedo al fracaso lo que lleva a competir incluso de forma ilegal? ¿Es este miedo lo que nos hace sufrir? ¿Se trata de nuestro instinto?

Cuando ganas todo es perfecto y las personas te respetan, te aclaman, eres el ejemplo a seguir, la estrella, escriben sobre ti y da igual la forma como lo hagas si al final consigues el "objetivo" pero cuando pierdes... , cuando no destacas en una tabla de clasificación... cuando no eres mejor que otro, en la tv y en la vida (Generalmente a las espaldas) te dan el mensaje de que no vales, eres basura, te rechazan, te critican, se burlan de ti y lo hacen aunque seas la misma persona que tenía el mundo a sus pies hace un mes.

En nuestra sociedad actual, la exigencia se ha incrementado de tal manera que el simple triunfo ya no es suficiente. Siempre anhelamos más: inscribimos a nuestros hijos en múltiples actividades, buscamos experimentar una amplia variedad de cosas y tendemos a quejarnos con mayor frecuencia.

Creo firmemente que debemos adoptar una perspectiva diferente respecto al fútbol o cualquier otro deporte, sobre todo considerando que la mayoría de los participantes son jóvenes. Entre todos, deberíamos transmitir un concepto de la realidad en el que los valores trasciendan el mero resultado, en el que la felicidad no dependa únicamente de ello.

Deberíamos mostrar una verdad en la que tanto la derrota como la victoria coexistan sin estigmas ni asociaciones negativas: la derrota no debe ser considerada un fracaso absoluto, ni el fallo debe ser visto como un ridículo.

Debemos transformar entre todos el error en enseñanza, utilizarlo como fuente de motivación para superarse y mejorar. Necesitamos tener los recursos para levantarnos con energía a pesar de las caídas, tenemos que entender que él vació existe, pero no es para caernos en él, sino para observar el conjunto de nuestra experiencia y entender así el paisaje de la vida en su totalidad.

 

Esta es una serie de tres capítulos donde hablamos sobre las emociones, el deseo de ganar, la ambición o la derrota y el fracaso. Más capítulos aquí:

PULSA AQUÍ PARA LEER PARTE I

PULSA AQUÍ PARA LEER PARTE III

Sobre el autor

ALEX S

Fundé Coaching futbol por el sueño de una noche de verano, técnico Deportivo de futbol y futsal también soy un apasionado de la tecnología y del rock. Sígueme en estas redes sociales.

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Anonimo

Desde costa rica pura vida .. tengo grupos de niños y estos artículos están muy actualizados a la gran realidad de un mundo donde se enfoca sólo en el triunfalismo y no en el gran partido de el que pierde …

Anonimo

Verdades como puños¡

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